El deseo implícito de una mente desquiciada.

Per me si va ne la citta’ dolente,
Per me si va ne l’eterno dolore,
Per me si va tra la perduta gente.

Giustizia mosse il mio alto fattore:
Fecemi la divina potestate,
La somma sapienza e ‘l primo amore.

Dinanzi a me non fur cose create
Se non eterne, e io eterna duro.
Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate.

sábado, 8 de enero de 2011

Cuestión de opiniones.

A veces me interrogo sobre las causas que precipitaron la situación mundial actual. Aunque son importantes las causas políticas, económicas y sociales yo suelo concentrar la indagación en las causas humanas, que según mi opinión son las causas primeras de todo el descontrol que se ha generado.

Remontándonos a los albores de la humanidad podemos observar que la historia siempre ha estado caracterizada por guerras, por descubrimientos, por catástrofes y epidemias pero también por un progreso creciente igual a la proliferación del ser humano en la faz de la Tierra. Sin embargo las causas primeras de todas estas situaciones son las relaciones humanas. En el plano personal, individual, influyen todos esos sentimientos, todas esas emociones, que muchas veces suelen condicionar las decisiones de los seres humanos. Desde la antigüedad hasta el momento actual todas las grandes tragedias de la humanidad que han derivado de la relación entre esta especie, es decir, no por causas naturales, entendiendo por naturales derivadas de la naturaleza, se han debido a unas personas que en un momento tomaron una decisión, muchas veces equivocada, que condicionó el desarrollo de la historia.

Personalmente no comprendo cómo estas personas fueron capaces de tomar decisiones tan perjudiciales para el ser humano, cómo no pudieron ver que la paz es en realidad un bien y la guerra un mal. Miento, sí que lo comprendo, es humano. Estos actos que influyeron en el desarrollo de la historia no se diferencian demasiado de las decisiones cotidianas, son muy símiles. Por ejemplo ¿Hay alguna diferencia, aparte de la aparente, entre quien decide si va a tratar mal a otra persona y quien decide declarar la guerra a otro estado? Aquí destaca la importancia de la moral y del comportamiento, del equilibrio interior y de la justa administración de las emociones. Con esto no quiero decir que aquellos que tomaron decisiones, para mi, equivocadas fueran personas desequilibradas e inmorales. De hecho la cuestión en este punto se amplía e incluye todas las facetas de la personalidad del ser humano.

Muchos filósofos durante el Renacimiento y el Iluminismo atribuían a la razón la capacidad para aceptar o condenar una acción, es decir, daban a la razón el poder de calificar morales o inmorales determinados hechos.

Hay múltiples razonamientos para aceptar como válido cualquier razonamiento, pero no depende tanto del razonamiento efectuado cuanto de la personalidad de la persona que lo efectúa, es decir, un mismo razonamiento puede parecer creíble a una persona pero tal vez no a otro individuo. Debido a la duda existencial, que creo siempre necesario tener en cuenta, nadie me parece capaz de afirmar como verdad absoluta lo que se presenta como una conjetura, como una hipótesis, sin pruebas reales.

Nadie entonces sabe realmente si lo que hace es moralmente correcto porque la razón está sujeta a la mente, la mente tiene como órgano principal el cerebro y el cerebro forma parte de nuestro organismo, por lo tanto se mezclan siempre experiencias subjetivas que oscurecen el juicio moralmente correcto, es decir, el juicio que respeta las reglas humanas y que sería desde el punto de vista del ser humano el juicio más acertado.

¿ Se podría decir entonces que las personas que tomaron decisiones que influyeron el desarrollo de la historia muchas veces lo hicieron teniendo en cuenta sus opiniones personales y sus experiencias, emitiendo de esta manera un juicio no totalmente objetivo y por ende moralmente correcto?

Yo opino que por mucho que los seres humanos hayan intentado, y sigan intentado, hacer lo correcto siempre habrá un conflicto de intereses nacido de la diferencia de opiniones, que a su vez nacen de la propia experiencia del individuo.

Pero no hay que pensar siempre en el individuo sin responsabilidades, recordemos que aquellos que han tejido el actual presente han sido aquellos que han tenido poder y por ende responsabilidades. Esto quiere decir que los mandatarios, los personajes influyentes y otros individuos que han tenido algún tipo de presencia en el mundo, han tenido también la responsabilidad derivada de su cargo o de su posición.

Por eso me horroriza saber que el destino de la humanidad ha pendido y sigue pendiendo de la voluntad de determinados individuos. Con esto no entiendo señalar simplemente a las dictaduras, sino a aquellos regímenes que delegan el poder en una o varias personas, incluida la democracia.

Volviendo al tema principal, ahora se podría decir que cada forma de estado, de gobierno, de sociedad es igual de inestable que un simple individuo, pues no olvidemos que nuestra sociedad está formada por simples personas y que cada una tiene una voluntad, unas emociones, unas aspiraciones, unas opiniones que suelen diferir unas de otras en la mayoría de los casos.

Por eso, y aunque parezca absurdo, opino que la causa principal que ha precipitado la situación actual es la inestabilidad anímica que está presente en cada ser humano desde los comienzos de nuestra especie y que, día a día, da forma a la leyenda olvidada que algún día seremos.

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