El deseo implícito de una mente desquiciada.

Per me si va ne la citta’ dolente,
Per me si va ne l’eterno dolore,
Per me si va tra la perduta gente.

Giustizia mosse il mio alto fattore:
Fecemi la divina potestate,
La somma sapienza e ‘l primo amore.

Dinanzi a me non fur cose create
Se non eterne, e io eterna duro.
Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate.

martes, 30 de agosto de 2011

Paseo nocturno (2009).

Me encontraba en lo alto de un cerro resguardado en la sombra de un árbol. La tarde ya decaía desde hacia tiempo y el sol se ponía por el oeste, donde las grandes montañas nevadas, sobresalen y obstaculan la vista completa del horizonte. Los últimos rayos del sol se perdían entre las primeras estrellas que ocupaban su lugar en el firmamento y que acompañaban a la luna en su sólito paseo nocturno.
La primera luz en aparecer en la cúpula celeste fue Venus, el planeta del que se dice que vienen las mujeres pero que es en realidad una bola de gases donde es imposible que se desarrolle vida.
Ya se había terminado de poner el Sol y la tarde se me había pasado demasiado rápido, pues, perdido en mis largas reflexiones no me había dado ni lenta de lo tarde de la hora, mis padres sin duda estarían preocupados, pronto comenzaría a caminar hacia mi casa.
La Luna comenzó a salir a mi espalda, al este, era luna llena, sin duda encontraría el camino a casa con facilidad pues nuestro satélite emanaba una gran cantidad de luz que me mostraba, con claridad, todo el paisaje: el campo tenia un aspecto fantasmal, lúgubre, se habían creado sombras y espacios oscuros entre los matorrales, los altos árboles característicos de la zona proyectaban unas sombras espectrales y una gran cantidad de animales nocturnos salía de sus escondrijos para comenzar la actividad en una calmada pero bulliciosa noche de comienzos de otoño.
Marte, el planeta rojo, dios de la guerra para los pueblos de la antigüedad, acababa de salir a la escena nocturna, su resplandor rojizo era inconfundible en el ya cargado cielo noctívago.
Comencé a sentir frío y decidí que era el momento de levantarme y dejar la contemplación; tenia las piernas entumecidas de no moverlas en varias horas, moviéndolas reactive la circulación de estas y emprendí, casi con solemnidad, el camino a casa sin dejar de observar el firmamento.
Me era imposible dejar de mirar a lo alto, el cielo se estaba llenando de miles y millones de estrellas y planetas desconocidos, comencé a sentir que todo el peso del cielo recaía sobre mi cuello y poco a poco comencé a sentir la grandeza de la vida, pues como es posible que de entre tantos planetas, de entre tanta infinidad de lugares posibles donde nacer, la vida conocida nació en la tierra, y yo tuve y tengo la suerte de haber nacido aquí y ahora, y, aunque no fue decisión mía, no puedo reprocharle nada a la existencia pues estoy agraciado con el don de la vida.
Cavilando entre miles de interrogantes similares me acercaba a casa lentamente pero sin pausa, disfrutando de cada momento, deja de mirar el cielo por un momento y me fije en el camino: impresionante; estaba seguro de que era el camino de retorno pero todos los contornos estaban desfigurados, parecía otro camino, pero no lo era, la luz lunar había trasformado el paisaje y lo estaba viviendo en primera persona, lo poderoso que es la luz con la que se miren las cosas, todo cambia, todo es claro y definido y a la vez no tiene definición ni es tan claro como lo pensábamos.
Cada cosa que veía me llevaba a pensar en cuestiones que me llenaban de una sensación e angustia al momento dominada y aplacada por lo estupendo del momento. La luna se paseaba entre las estrellas, tan lejanas y tan pequeñas, haciéndose la reina del firmamento terrestre; de día era el Sol el que gobierna los cielos pero de noche el influjo lunar gobierna los cielos y los mares, creando mareas y demostrando su fuerza y su capacidad para someter nuestro planeta.
Que pensamiento tan complejo el del ser humano, capaz de estropearse una vida pensando en su porque, sabiendo que jamas llegaremos a descubrirlo, pudiendo vivir una vida plena y satisfactoria, sin duda el ser humano no es tan listo como aparenta. Los animales, que viven siguiendo sus instintos no se preguntan el porque, creemos saber que no pueden pero no estamos seguros, simplemente sobreviven. ¿Ha merecido el paso de animales a seres con conciencia racional? No lo sabemos, yo creo que si, y por eso pude disfrutar e esa placida noche estrellada, mientras recorria el camino a casa…

viernes, 12 de agosto de 2011

Vacío cósmico.

Hoy me refugio en una indiferencia,

Que como lejana estrella,

Se encuentra demasiado lejos;

Cayendo a la velocidad de la luz,

Me pierdo en la oscuridad,

Ya pueden pasar planetas, lunas,

Ya pueden morir estrellas,

Ya pueden nacer universos,

Porque nada va a cambiar;

Si el mundo se vuelve un infierno

¡Qué importa! Lo dejé atrás hace mucho,

A veces pienso que avanzo,

Pero tan solo olvido que caigo,

Como ancla en un mar cósmico

¿Acaso espero tocar fondo?

Solo seguir cayendo, cayendo...

No veo la infinitud, mis ojos cerrados,

La intuición bien atenta esperando.

Cayendo a la velocidad de la luz,

Me precipito suavemente, entre miríadas

De estrellas, de galaxias, de cosmos enteros,

Rojos, verdes, amarillos, púrpuras y azules,

Y solo encuentro oscuridad.

¿Ilusiones? Las abandoné en la Vía Láctea

¿Voluntad? La perdí en Magallanes

¿Sentimientos? Olvidados en Andrómeda;

Ahora solo noto el sabor agridulce

De la pérdida en una boca que ya no siento.

Insignificante como un mota de polvo,

Ignorado por la inmensidad

Que me da el privilegio de caer sin pausa

En un vórtice de olvido, donde escapan los recuerdos.

Y si un gigante fijase sus ojos en mi figura

¿Terror o Alegría? La belleza es terrible...

Me perdería en su mirada, tan clara,

Tan reveladora como la muerte de un amor.