Es, por supuesto, la
contradicción,
La dirección de nuestra vida,
La definición de nuestra alma,
Y tan triste es pensar en las palabras
De un antiguo sabio de las montañas,
Que apelan a la conciencia, no a las entrañas:
“Si no sabes lo que tienes que hacer... malo,
Si lo sabes y no lo haces... peor.”
Al escuchar la voz de la sentida,
Esa razón, hoy tan desaparecida
¿No una leve sacudida?
¿No una ligera impresión?
Entonces polvo al polvo, joven,
Polvo al viejo polvo ¿Lo ven?
Sin cerebro no, ni lo creen.
Sin corazón no, ni lo sienten.
Y aunque los gritos de los vivos
Llegasen hasta sus oídos
Seguro que pensarían
Que se trató de un error, un simple ruido,
Y no los lamentos de un universo hundido.
La luz puede resplandecer ante los ojos
De un ciego y este no la verá,
Así, de igual manera, no conocerán
Aquellos que no lo desean, ciegos
De mente y corazón,
Dementes, sin razón.
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