El deseo implícito de una mente desquiciada.

Per me si va ne la citta’ dolente,
Per me si va ne l’eterno dolore,
Per me si va tra la perduta gente.

Giustizia mosse il mio alto fattore:
Fecemi la divina potestate,
La somma sapienza e ‘l primo amore.

Dinanzi a me non fur cose create
Se non eterne, e io eterna duro.
Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Infames.

El vulgo vocifera vilmente,

los ídolos olvidados yacen en un rincón,

reclaman burdamente un señor,

la libertad es un espejismo,

el reflejo de las aspiraciones

nobles trocadas por el miedo

a asumir responsabilidades.


Exigen un rey, un amo,

se agitan con violenta ignorancia,

denuncian injusticias sin sentido,

únicamente provocadas por la ruda,

grosera, tosca conducta inmoral

de una infame masa de necios.


Demandan atención,

ávidos de protagonismo,

agnósticos de la política,

farsantes patrióticos,

fieles a la religión,

atados a la tradición,

mentes vacías, reclamando un señor.


La fétida masa de desamparados,

pensando encontrar la felicidad,

se hunde en la burguesía,

en el sedentarismo abusivo

de la clase acomodada

entre hipotecas y deudas.


Hipnotizados por la estabilidad

añoran en secreto un cambio

que les permita ampliar su influencia.

Nutren un secreto deseo,

que consideran detestable,

de abandono y destrucción,

el espíritu animal exige su parte.


Se agita nervioso el vulgo,

por miedo a quedar en libertad

necesita ataduras y límites,

leyes y censura, represión,

que después es repudiada,

aborrecida y rechazada.



Recorre las calles, muéstrate,

demuestra a este gentío,

a estos petulantes charlatanes,

que tus versos valen más que sus vidas.

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