El deseo implícito de una mente desquiciada.

Per me si va ne la citta’ dolente,
Per me si va ne l’eterno dolore,
Per me si va tra la perduta gente.

Giustizia mosse il mio alto fattore:
Fecemi la divina potestate,
La somma sapienza e ‘l primo amore.

Dinanzi a me non fur cose create
Se non eterne, e io eterna duro.
Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate.

miércoles, 17 de febrero de 2010

Felonía.

Sonríe y susurra:-El caminante sin camino corre en pos de su destino...-.
Conmovedor.
-¿Acaso importa?- Replica.
El embuste no hace mella en su conciencia.
-No-.
El viento se lleva sus palabras,lejos.
-Que se pudra en el infierno- Desea en voz alta.
Intercambian una mirada.
-¨Ojala fuera tan fácil¨-Piensan.
En la lejanía el aullido de un lobo les provoca una ligera inquietud.
-En el infierno...-Repite casi delirando.
Unas gotas de agua acarician sus mejillas. Se detienen simultaneamente. Sus ojos lo dicen todo.
-Estamos malditos- Dice para si mismo.
Reinician la marcha.
-Todos lo estamos-.
Unas densas nubes cubren el cielo. Encapotado.
Un denso silencio se apodera del pinar. El aullido de un lobo rasga el cielo.
La claridad se apaga por segundos.
El entramado bosque es una trampa mortal.
-Vamos a morir- Afirma.
-Tarde o temprano todos lo hacemos- Contesta.
-Prefiero más tarde que temprano- Solloza.
Una lágrima resbala por su pómulo, o quizás una gota de lluvia.
Se deja caer al suelo.
Se detiene en seco, la mira.
El resplandor metálico de un rayo cruza el firmamento semi nocturno.
-Las estrellas son siempre las mismas, incluso aunque ya estén muertas- Dice mientras posa su mirada en el cielo.
Pero hoy no hay ninguna.
Las nubes negras, símbolo de mal presagio, les impiden ver ese espectáculo.
Con suerte hubieran visto una estrella fugaz.
Con suerte hubieran visto que El cometa hoy cubriría el cielo.
Con suerte hubieran visto la impresionante lluvia de meteoros que se precipitaba a una velocidad de infarto hacia la tierra.
-La muerte es tan... definitiva- Gime.
-Y sin embargo, es todo lo que tenemos- Responde.
Rayos. Arañan el paisaje.
-¿Por qué estamos aquí?- Pregunta, angustiada.
-Por casualidad, naturalmente-.
-Las casualidades no existen-.
-Ya ves que sí-.
-Me niego a aceptarlo-.
-Nadie te ha pedido que lo hagas-.
Rompe a llorar, las fatigas de los últimos días la han debilitado, ha perdido el valor de antaño. Una sombra de lo que fue.
Y él vive de su recuerdo.
-Eres demasiado duro-. Dice tras reponerse.
-Es lo que se espera de mi-. Replica mirando el vacío.
Demasiado lacónico.
-¿Me odias?-.
-Te amo-.
-¿Enserio?-
-No-.

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