En los desatados latidos de mi corazón se intuía una emoción contenida,
acabé pensando que los caminos del Señor eran del Demonio,
y que bien me habían tratado en este infierno de cemento.
El Dios al que tantos adoraban, al que tantos criticaban,
¿Y si sea tratara de una ilusión? ¿Y si solo fueran palabras vanas?
La vulgaridad de las masas convertida en un trastorno permanente,
y esta figura es la causa, una chispa en el verano.
Y ahora todo se consume, entre las llamas del fanatismo,
y nada Le sobrevivirá,
porque sus caminos no son de luz, son de fuego.
Ese idílico paraíso no es otra cosa que un infierno dantesco,
la tierra prometida no es más que un espejismo,
y los opulentos festines no son mas que palabras.
Ni sus caminos son inescrutables ni Él es eterno,
morirá con nosotros, el final de la gran representación
donde no somos más que actores.
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